octubre 19, 2009

Le Petites de La Tetilla del Diablo (Día 1)



La última vez que los vi, Jay Jay estaba exhausta en el respaldo de la cama, todavía con el radio puesto y pidiendo que trajeran al Virus al cuarto, que gran trabajo tienen, les decía yo con el cerebro apagado, que gran trabajo tienen, viendo por la ventanota de la recamara a la Tijuana que también al día siguiente sería nuestra. Jay Jay, se reía cuando Isma y yo cantábamos: uno, dos, tres, rumba, ella quiere su rumba. Salí de ahí, por que sabía que otras cosas sucedían en otros cuartos. Reno se quedó con ellos.

Fuera del elevador, ya en mi piso, me encontré con el Vaquero Espacial, aquel personaje perfecto de historias pasadas, llevaba una Tecate Roja envuelta en esos “condones” de espuma que mantienen fría la cerveza:

- Tenemos fiesta en nuestro cuarto, te nos unes?
- uy compadre, me gustaría mucho, pero tengo a dos conejitas esperando en mi habitación, sabes?
- Ah, entonces a lo tuyo hermano.
- A lo mío entonces, nos vemos compadre – con su acento sacado de una western, nos despedimos con un apretón de manos firme y polvoriento. Fue la última vez que lo vi.

Llegué al cuarto, aun estaba aquel joven de San Diego, que decía ser cineasta y que me agradó tanto, lo conocí en el backstage, según él era amigazo de los Kinky, pero por alguna razón decidió seguir la fiesta con nosotros. En el cuarto, seguí platicando con él y una de sus amigas se unió, la rubia, la que nunca dejó de tomar fotografías. – voy por la cámara al auto? – me preguntó el vatito, ve por ella man, no hay problema, y fue por ella, mientras yo me apasioné con la rubia, hablando de los Distillers, los puentes de Los Angeles y la mezcla de culturas en ese lugar, algo de lo que no sé nada, pero me encantaba pretender saberlo, solo por que en varios lugares me regresaron el cambio en dólares. No recuerdo en que momento dejé de hablar con ella, pero me advirtió no creerle mucho a su amigo, tenía una bonita sonrisa. El chico decía que estaba haciendo un documental sobre su otra amiga, la que enseñaba mucho busto y me vio varias veces con desagrado, ni sé por qué, la recuerdo hojeando mi revista H, rodeada de muchos de los chicos del cuarto, sonriendo y siendo juguetona, empapada de la atención de los dudes, al diablo con ella.

- sobre qué es el documental bro?
- Sobre ella, una groupie o roadie o junkie o yuppie o ya ni me acuerdo.

Varias cosas de lo que sucedió en ese cuarto están grabadas, quién sabe a dónde vaya a parar esa cinta. Tampoco recuerdo cuando ellos se fueron del cuarto, ni me aprendí sus nombres, no sé si me los dieron.

M&M, fue tan gracioso como siempre, cada una de las palabras aguardientes y españolas que salían de su boca eran un acontecimiento, un parque de diversiones en nuestros estomagos. Esa noche fue la última vez que lo vi, lo recuerdo tambaleándose, viendo la alfombra, gritando “a huevo!!!” cada vez que me lo topaba entre la tanta gente dentro del cuarto, andaba en shorts y usaba un sombrerito de pescador con todo y anzuelos. No me di cuenta cuando dejó la habitación. Pero el Pájaro Loco se despegó de su hombro y estuvo volando alrededor mi cráneo toda la noche.

De alguna u otra forma terminé recargado en la pared, junto a la cama, acariciando la cabellera de una de las chicas que acompañaron a los Teletransportador, a la vez, ella le acariciaba la cabeza a Julz y a Memin. Decían muchos que eran lolitas, de todas formas no pretendía nada, me mantuve al borde de una pesadilla moral, por muchas muchas razones. Una de ellas, por que prefiero el olor a shampoo de florecitas y nada más, a la desgarradora y eterna condena de tener la mano envuelta en llamas por agarrar tierra de Venus o de cualquier otro planeta desconocido. Y sí, les olía a florecitas. Me encanta olerles las cabelleras a las chicas.

- aquí es la fila para el piojito? – era el arquitecto que minutos antes me había enseñado fotografías pornográficas amateur que tomaba con su celular, se le veía ansioso por simular liberarlas de la vida de una forma amable. Él solo se acostó a lado de Julz sin decir nada. No supe si a él también le tocó piojito.

No sé como fue que ya estaba en mi habitación, en mi cama, Julz en la suya y las cortinas abiertas, dejando entrar el jugo de naranja del que todos toman en el mundo cuando se termina la noche, el jugo de naranja que acabó con todos los vampiros de la Tetilla del Diablo. Claro en Tijuana, ese jugo es sabroso.

1 comentario:

unasimplegalleta dijo...

Roy, the toxic boy.
googolealo

espero no hayas llegado como el!!!!

:b