septiembre 19, 2010

A guy thing



Este lugar se está inundando, ¿nos vamos?. Espera, faltan todos esos vasos de cerveza, Julz está muy entretenido con la chica de cabello chino que nunca nos presentó y Mems salio con Isabela hace mucho tiempo, a tomar whisky. ¿No te da miedo?, hace tres semanas se murieron varios ahogados. Eso no lo creo. Oye disculpa, ¿se suele inundar este lugar?. Sí, pero nos vale madre.

Este lugar se está inundado, da tristeza, porque uno se la pasa bien aquí, uno se la pasa bien aunque parezca un búnker. Se está llenando de agua, pero nos vale madre, nosotros podemos pasarla bien en donde sea; mira, en esta mesa, es pequeña y estamos agarrando mucho vuelo, mucho vuelo, como si fueran apenas las siete y media de la noche y ya falta poco para que amanezca. Tienes razón, tienes razón. En esta mesa, donde le prendemos fuego a los shots y en donde los vasos nunca terminan de llenarse por que siempre estamos tomando. ¿Tu crees que lo mio sea un problema?. Todavía no lo es, mira, it's all fun and games until alguien sale lastimado; no puedes estar encerrado todo el tiempo.

Fui al baño, el agua llegaba hasta mis rodillas; de regreso Pops me dijo que ya estaban subiendo todas las cosas a la camioneta.

¿Nos vamos?. Sí, toda la ciudad está en ruinas, si nos esperamos media hora más no habrá ningún camino abierto. Les ayudo a subir las cosas.

Todo el camino me la pasé muy nervioso por todas esas tormentas al mismo tiempo, pero con tremendas ganas de seguirme divirtiendo. Asustado por que el río Santa Catarina estaba hasta el borde como hace tres semanas y en el camino vimos a un taxi flotar como si fuera de hielo seco.

No sabía que te persignabas al pasar por una iglesia. No lo hago.

Llegamos a casa de Pops, cargados hasta los dientes, pero el Play Station 3 y el sueño nos ganaron.

septiembre 06, 2010

Home Run!!!



Ya es muy tarde para esto, pero ya estoy aquí y de ninguna manera me voy a regresar. Ese día comencé y terminé temprano. Comencé con un control de Playstation 3 en mis manos, cuando lo soltaba para cederle el turno a alguien más, tomaba mi 40 Miller Light y daba grandes tragos para adorar el calor de ese sábado recién nacido. Mis amigos dicen que no sé nada sobre el soccer, tienen razón, lo curioso es que lo juego como los grandes, bueno... puedo meter goles en el videojuego y también en la vida real, no soy un caso perdido pues. Eso hizo que adorará más ese día y aquel domingo que nadie quiere recordar por la goliza que metí.

Ya estoy aquí, reciban a los míos con sus bonitas caras y esa manera de vestir que solo utilizan en esta clase de festivales. Te lo juro, hace tiempo que no me había sentido tan libre, correr, o pensar correr y caer duro abrazado de cada uno de mis amigos. Caer duro en el pasto, riendo y sucio, revolcado y envidiable o grotesco y repudiado, todo eso para recordar toda la semana que aún me queda muchamucha vida, dolor y tristeza.

Llovió mucha cerveza esa tarde y sentí que estuve en todos lados, como si provocara una tormenta embriagante en cada uno de los espacios de ese campo de baseball al que solía ir de niño con mi papá y hermanos a ver a los Sultanes. Me fascinaba ver a los jugadores entrenar en un trampolín, llegaban alto, casi hasta las lamparas que hacen que parezca que siempre es de día. Quisimos imitarlos Chava, Papi y yo, cuando entre los tres juntamos feriesita para ir por la última cerveza de $80 pesos; fuimos por la cerveza y nos regresamos corriendo con los brazos extendidos y dando torpes maromas, simulando ser aviones de guerra primero y monos de circo después, así hasta llegar a nuestro lugar y dejar una estela de sonrisas en nuestro camino. Ningún problema.

Recuerdo que estuve en todos lados, viendo el verano, el invierno, el otoño y la primavera, en ojos, peinados, vestidos y el contraste del color de algunas uñas con el pasto. Pero el tiempo se congeló cuando empezaron los Sounds...

- hey Pops! pasame una cuchara! - Nieve de muslos de vainilla.

Toda esa gente me bañó en sudor, lo comprendo, esas piernas que ya reflejan cierta edad siguen provocando incendios. Salí de esa gran masa y me preparé para retirarme del lugar, no sin antes tumbar a Memin al pasto para arrebatar le una cerveza que le había comprado a Isabela.

A veces pienso que un día de estos mis amigos me terminarán odiando, pero espero terminar de otra forma antes de que ese día llegué.