enero 20, 2010

Crash Bandicoot




- ¿qué?! No te escucho nada… -
- … nunca me había gritado así, me tuve que bajar del carro…-
- Ah, ok.
Gulp gulp gulp, que rica Indio, dos por treinta pesos, una ganga en aquel entonces, una de las razones por la que disfrutábamos tanto ese lugar. Era Lilia hablando de una de sus relaciones, en una de nuestras primeras conversaciones largas, tenía poco de conocerla, la música a todo volumen y toda la gente del lugar bailando, me encantaba no escuchar por la música y entender cosas que no eran.

- me gusta tu mochila…-
- ah… gracias…-
Íbamos a un lugar con toques egipcios a fumar colores, y ella tiene los ojos de todo Egipto. Era Diana, la primera vez que la conocí, con su camisa vaquera y una actitud espesa y nebulosa. Sabía que esa chica escondía y aun esconde algo a punto de estallar detrás de su rostro.


Vete por Matamoros, vete por Matamoros. Aquí en Cinco de Mayo. No, por Matamoros. Eran las tres veinte de la madrugada e íbamos a divertirnos aún más al McMullens. Por Matamoros morra, tengo chingos de ganas de hacer pipí y el cinturón me aprieta. Click, listo. Ahí está Matamoros, dale a la izquierda. ¿Por aquí? Sí. Estas calles me dan miedo, por que se me hace que nadie las respeta, oye, no te quites el cinturón… Pero es que tengo chingos de ganas de hacer pipí y me aprieta. Pontelo. Click, listo. Estas calles en verdad me dan miedo. Dale, no pasa nada…

No alcanzamos a cruzar Juárez, terminamos al borde del llanto y un susto provocado por mil fantasmas. Nos golpearon por la parte izquierda, del lado de Diana la sobria, la conductora. El imbécil se pasó el rojo y no dejó que siguiéramos con la fiesta. El impacto nos lanzó a la esquina del pollo loco, donde por una suerte endemoniada arrollamos a dos personas que estaban hablando por un teléfono público. Ya los matamos, pensé. Pero se pararon en el instante, visiblemente adoloridos. No te salgas del auto! No te salgas del auto!. Estás bien Lilia? Se cubría el rostro y se quejaba. Me bajé del auto, estás bien Diana. Sí, sí. Mil pedazos en el pavimento. Me pasé el rojo? preguntó el idiota.

No pasó nada grave. Lilia usará un collarín por una semana. No pasó nada grave, solo la situación. Que gran estupido el tipo ese, pasándose rojos, casi matándonos, huyendo del lugar, que gran marica hu? Cómo dices que se llamaba, ah, y es abogado no? Que gran hijo de la gran puta… definitivamente para haberle molido el rostro con el seguro del volante. Pero no soy el chico rudo que digo ser, mi cuerpo se hizo mil pedazos cuando vi que arrollábamos a esos dos tipos. Necesito jugar más al GTA IV. (no les pasó nada, por suerte)

4 comentarios:

unasimplegalleta dijo...

me dan escalofrios olis!!!

Alejandra Arévalo dijo...

ptsssss pinche gente que se pasa el rojo.

unasimplegalleta dijo...

si lo cooooooordine!!


osh
no se le nota o que?

lariina. dijo...

jajajaja asi fue que te conoci hablando de eso... que rara soy

y que bueno ha sido conocerte brocoli.